VIVIDO Y CONTADO. Testimonio de un demócrata irreverente

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Conocí a Pedro Mogna en los años 1970, en casa de Simón Alberto Consalvi. Luego nos vimos en diversas ocasiones, pero nuestra amistad surgió a comienzos de 1984, cuando Jaime Lusinchi, ganador en las elecciones de diciembre, me anunció que yo sería su ministro de Información y Turismo. Entre él, Octavio Lepage -su jefe de campaña- y yo, acordamos que él fuera mi segundo de abordo. En las páginas de este libro, junto a tantas otras cosas vistas y vividas por él a lo largo de años de resbaladizas circunstancias, Pedro relata la conspiración que los tres debimos urdir para que finalmente tuviera que aceptar el cargo. Un episodio que retrata su personalidad cabalmente. Sonriente siempre, irreverente por esfuerzo propio a todas horas, irremediablemente solidario y leal.Desde esta perspectiva comprometida por la amistad quiero recomendar la lectura de este testimonio suyo de un tiempo que no sé si fue mejor, pero que sin duda, a través de su muy personal visión del mundo, se nos presenta como escenario ideal para mostrar los esfuerzos de algunos hombres, entre ellos el propio Pedro, por mantenerse fiel a sí mismos en mitad de grandes dificultades y contradicciones. Como él lo insinúa a lo largo de estas páginas que se recorren con la grata sensación de seguir de muy cerca la espiral existencial de un espíritu en permanente estado de contestación, tengo la impresión de que, al echarnos su cuento, Pedro nos confiesa la impertinente satisfacción que le produce haber vivido la vida a su manera y no tener que arrepentirse. Razón más que suficiente para sentarse a una mesa y ponerse a recordar. Y, en nuestro caso, a leer.Armando Durán